Abordar el panorama normativo de la reutilización del agua
Abordar los desafíos internacionales relacionados con el agua requiere marcos normativos robustos que adopten soluciones de reutilización del agua innovadoras.
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Síntesis
- Impulsada por la cada vez mayor escasez del agua, la reutilización del agua ha pasado de ser un concepto especializado a una estrategia fundamental para garantizar su seguridad.
- Las tecnologías de tratamiento avanzadas permiten el uso seguro del agua regenerada en diversas aplicaciones, como el riego, los procesos industriales e incluso el consumo potable.
- La implementación de la reutilización del agua puede presentar desafíos relacionados con el cumplimiento de estrictas normativas de calidad, la confianza pública y la resolución de las inquietudes sobre el consumo de las aguas residuales tratadas.
- La reutilización potable directa (DPR) puede presentar más retos que la reutilización potable indirecta (IPR), a pesar de la disponibilidad de tecnologías de tratamiento avanzadas que garantizan su seguridad.
- Las políticas de reutilización del agua de todo el mundo dependen de múltiples contextos geográficos y climáticos, además de los diversos niveles de presión hídrica.
- El análisis de las aguas residuales se perfila como una herramienta valiosa para monitorizar la propagación de enfermedades, como se constató cuando se utilizó para detectar los orígenes de los brotes de COVID-19.
- Una gestión sostenible del agua requiere una estrategia multidimensional que combine avances tecnológicos, normativas robustas y campañas de concienciación para fomentar un uso responsable y garantizar un futuro en el que no escasee.
Normativas y la creciente necesidad de la reutilización
Con el crecimiento de la población mundial, la industrialización y el aumento de las temperaturas, cada vez son más las inquietudes entorno a las reservas de agua limpia. El debate antes novedoso y especializado entorno a la reutilización del agua, es cada vez algo más habitual, algo que está demostrando ser fundamental en las estrategias sobre seguridad hídrica tanto internacionales y como locales.
El tratamiento y la reutilización avanzados de aguas residuales para su uso en riego agrícola, procesos industriales y consumo de agua potable ofrece una solución para las cada vez más limitadas reservas de agua dulce. No obstante, llevar a cabo e implementar correctamente planes de reutilización del agua requiere la interacción de múltiples políticas, normativas estrictas, diversas agencias, opiniones variadas y diferentes geografías y climas regionales.
Requisitos de calidad del agua
La confianza de la ciudadanía en el tratamiento de aguas se centra en las normativas de calidad del agua. Estas directrices, adaptadas a cada región dados sus desafíos únicos, establecen los niveles admisibles de una amplia variedad de productos contaminantes en todas las clasificaciones de agua, lo que garantiza que cada categoría cumpla las normas de seguridad obligatorias para su uso previsto. Algo que la ciudadanía entiende en el contexto del tratamiento convencional del agua para uso potable, pero no en cambio cuando se trata del tratamiento de aguas residuales para su reutilización como agua potable y no potable.
Perspectiva
La normativa sobre calidad del agua, adaptada a regiones específicas y a sus retos únicos, establece los niveles permitidos de contaminantes para garantizar unos niveles de seguridad satisfactorios.
Para garantizar el cumplimiento y permitir una respuesta rápida ante desviaciones, es imprescindible monitorizar la calidad del agua en tiempo real. Los programas de monitorización suelen requerir el análisis de una amplia variedad de parámetros, entre ellos:
- Indicadores microbianos, como coliformes fecales y otros indicadores bacterianos, que evalúan la efectividad de los procesos de desinfección en la eliminación de patógenos nocivos.
- Contaminantes químicos, como metales pesados, pesticidas, productos farmacéuticos y residuos industriales.
- Parámetros estéticos, como la turbidez, color, sabor y olor. Aunque estas características no indican directamente un riesgo para la salud, pueden afectar a la aprobación por parte de la ciudadanía, sobre todo si se trata de agua reutilizada.
A medida que aumentan las aplicaciones y normativas de reutilización del agua, las agencias dependen cada vez más de tecnologías avanzadas, como la microfiltración, ultrafiltración, ósmosis inversa, procesos de oxidación avanzados y desinfección ultravioleta para eliminar incluso los contaminantes más persistentes. La combinación específica de tecnologías utilizada depende de la calidad del agua de origen, el uso previsto del agua tratada y los requisitos normativos locales.
Algunas organizaciones internacionales, como la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Internacional del Agua, proporcionan directrices y apoyo para desarrollar las mejores prácticas en la reutilización del agua. No obstante, la tarea de convertir estas directrices en directivas ejecutables se suele reservar para los organismos competentes nacionales y regionales.
Aumento de las normativas
Las normativas relacionadas con la reutilización potable indirecta (IPR) y la reutilización potable directa (DPR) son algunas de las regulaciones que más están creciendo en el panorama global del agua. La IPR implica tratar las aguas residuales e inyectarlas posteriormente en un amortiguador de contención de agua natural, como un embalse de aguas superficiales o acuífero subterráneo, antes de su extracción y tratamiento potabilizador. Por otro lado, la DPR exige un tratamiento que cumpla con las normas del agua potable, ya que el agua tratada se introduce directamente en el suministro público.
Perspectiva
La IPR implica tratar las aguas residuales e inyectarlas posteriormente en una amortiguador de contención de agua natural antes de su extracción y tratamiento potabilizador. Por otro lado, la DPR exige un tratamiento que cumpla con las normas del agua potable, ya que el agua tratada se introduce directamente en el suministro público.
Sin el amortiguador intermediario que proporciona la IPR, la DPR requiere un tratamiento más avanzado a nivel tecnológico para garantizar que las aguas residuales cumplan las normas establecidas para el agua potable. Y, aunque es el sistema que permite recuperar una mayor cantidad de agua, la DPR a menudo debe hacer frente a la resistencia de la ciudadanía, debido al dilema psicológico que supone consumir agua que proviene directamente de las aguas residuales. Para abordar estas y otras inquietudes, algunos países como los Estados Unidos, que está ampliando los programas de DPR, están implementando rigurosos sistemas de tratamiento del agua en varias fases. Estos sistemas suelen incluir una combinación de tecnologías avanzadas de tratamiento de aguas y medidas de protección adicionales, como la filtración con carbón activado, para eliminar las trazas de contaminantes.
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En cambio, la IPR sigue una ruta más indirecta, ya que requiere la introducción deliberada y controlada de las aguas residuales tratadas en un amortiguador medioambiental. Esto permite que se lleven a cabo procesos naturales de filtración y biodegradación, lo que purifica aún más el agua antes de ser extraída, tratada según las normas del agua potable y distribuida para el consumo público. Aunque la IPR se enfrenta a menos desafíos en cuanto a aceptación pública, dado que necesita un amortiguador natural entre las aguas residuales y el agua potable, requiere también unas normativas robustas de vertido de aguas residuales y prácticas rigurosas de gestión del agua subterránea.
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Las regiones con climas naturalmente áridos o semiáridos (como Australia, Namibia, Catar, Israel y partes del suroeste de EE. UU.) han conseguido integrar proyectos de IPR en sus estrategias de gestión del agua. Este tipo de regiones suelen tener una infraestructura consolidada de reciclaje del agua y aprovechan los procesos de filtración naturales inherentes a sus formaciones geológicas. Sin embargo, como su mantenimiento es más complejo a largo plazo, los programas de IPR suelen verse como una transición hacia la DPR.
Ejemplos internacionales
La influencia de la geografía y el clima va más allá de las normativas sobre IPR y DPR, ya que juega un papel fundamental en las políticas de reutilización del agua en todo el mundo. Las regiones que sufren escasez de agua, especialmente aquellas que enfrentan sequías crónicas o tienen recursos hídricos limitados, suelen adoptar estrategias más proactivas para la reutilización del agua por necesidad.
Singapur, por ejemplo, un país insular con una superficie terrestre y fuentes de agua dulce limitadas, debe hacer frente a una gran escasez de agua. Esto ha convertido a este país en un líder en la producción de aguas residuales regeneradas de alta pureza, las cuales superan con creces las normas de agua potable de cualquier parte del mundo. Aunque su consumo es seguro inmediatamente después del tratamiento, la mayor parte del agua tratada se mezcla con aguas superficiales para mantener el equilibrio de los minerales naturales.
Australia también es consciente de lo que implica contar con recursos limitados de agua. Por ello, tiene algunas de las normativas de reutilización del agua más avanzadas y exhaustivas del mundo. Si bien cada estado y territorio australiano impone directivas regionales, la Iniciativa nacional sobre los recursos hídricos de Australia proporciona un marco global que fomenta la gestión sostenible del agua, lo que abarca su reutilización. Las normativas se adaptan a las aplicaciones y posibles riesgos específicos. Así, por ejemplo, la reutilización para riego cuenta con requisitos menos rigurosos que la reutilización para agua potable.
La empresa Water Corporation de Australia Occidental ha implementado exitosamente varios proyectos de reutilización potable indirecta (IPR). En estos proyectos, inyecta aguas residuales altamente tratadas en acuíferos. Posteriormente, extrae y trata nuevamente el agua para que sea apta para el consumo humano. Australia también reconoce el potencial de la DPR, por lo que ha desarrollado rigurosas directrices para su implementación y puesta en marcha. Esto requiere tecnologías de tratamiento avanzadas y una monitorización exhaustiva para garantizar la calidad del agua potable.
En los Estados Unidos, las prácticas de reutilización del agua difieren considerablemente entre los estados. Mientras que los estados que sufren escasez de agua, como California y Arizona, son pioneros en la implementación de IPR en occidente (impulsados por las sequías recurrentes y el crecimiento de la población), y pronto lo serán en DPR, otras regiones todavía no han adoptado estas prácticas. Por lo tanto, es fundamental desarrollar marcos normativos que se basen en las directrices actuales del Organismo de Protección Ambiental de EE. UU. para facilitar su adopción. Asimismo, las regiones que la han implementado se están dando cuenta de que las campañas de educación pública que destacan la seguridad y sostenibilidad de la reutilización del agua son esenciales para ampliar con éxito estos programas.
Europa, con una geografía y disponibilidad de agua igualmente variada, presenta un conjunto diverso de prácticas de reutilización del agua. Los países del sur de Europa, como España e Italia, deben hacer frente a la escasez del agua debido al cambio climático y las necesidades agrícolas, por lo que están explorando e implementando proyectos de reutilización del agua, sobre todo destinada al riego. Sin embargo, entre los países del norte que históricamente han contado con abundantes recursos hídricos no ha habido una necesidad sustancial de cambiar las estrategias de gestión del agua tradicionales. No obstante, la Directiva marco del agua de la Unión Europea, que recomienda la implementación de prácticas de gestión del agua sostenibles, está aumentando gradualmente el interés y la inversión en tecnologías de reutilización del agua en todo el continente.
Epidemiología basada en las aguas residuales
Aunque la principal preocupación de los órganos rectores es la monitorización de la calidad del agua para proteger la salud humana y el medioambiente, en los últimos años han surgido otros objetivos de monitorización. Entre ellos, la recopilación de datos sobre la presencia de patógenos en las aguas residuales fue una herramienta muy útil para llevar un seguimiento de la propagación de la COVID-19 durante la pandemia de 2020. Las comunidades que adoptaron este método pudieron activar alertas de brotes tempranas y ayudar a identificar nuevas variantes.
Al analizar las muestras de aguas residuales en busca de patógenos específicos (como virus, bacterias y protozoos), las autoridades sanitarias pueden obtener información crítica sobre la propagación y gravedad de los brotes de enfermedades. Este enfoque, llamado epidemiología basada en aguas residuales, ayuda a identificar los puntos calientes emergentes al rastrear el movimiento de los patógenos a través de las comunidades, lo que permite llevar a cabo intervenciones de salud pública selectivas e informadas.
Fomentar la sostenibilidad a través de normativas
La falta de directivas reglamentarias universales sobre la reutilización del agua presenta tanto desafíos como oportunidades. Aunque las organizaciones internacionales, como la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Internacional del Agua, desarrollan directrices sobre prácticas recomendadas y difunden marcos científicamente probados que fomentan la reutilización y sostenibilidad del agua, en última instancia, la responsabilidad de implementarlos recae en los gobiernos de cada país, estado y región.
Desarrollar los programas de reutilización, sobre todo IPR y DPR, requiere incentivar la aprobación pública a través de una comunicación transparente y campañas de educación completas. Estas iniciativas deben abordar las inquietudes de la población, explicar rigurosamente los procesos de tratamiento y destacar las ventajas medioambientales de la reutilización del agua para obtener el apoyo de estas estrategias de gestión del agua cada vez más imprescindibles.
La seguridad del agua insta a la armonía y el equilibrio entre el desarrollo tecnológico y unos marcos normativos robustos. Abordar de forma eficaz las complejidades del nuevo panorama del agua requerirá colaboración a nivel internacional y regional, así como un compromiso colectivo con la sostenibilidad del agua.